El Carnaval de Rioja se celebra cada año desde fines de diciembre hasta días antes del miércoles de ceniza en marzo. En sus fechas centrales desata la algarabía de sus habitantes, especialmente cuando salen a las calles los “diablos”, hombres enmascarados que representan a los personajes costumbristas del pueblo como el diablo “Guión” que lidera la comparsa, el “otorongo” mordaz y enérgico que protege el bosque, el “chacarero”, que simboliza al agricultor mestizo y así cada personaje nos recuerda la sociedad de máscaras en la que nos hemos convertido. “Dualidades Festivas” pone el foco en la máscara y el portador que la forja, su uso encierra un profundo simbolismo que va más allá de la simple transformación física. La máscara es un objeto cargado de significados, capaz de conectar al portador con aspectos de la identidad cultural que trasciende en el tiempo y se hereda de generación en generación.

En medio de esta fiesta, surge otro personaje “el ángel”, quien es el símbolo de la bondad y defiende a las almas de la voracidad de los diablos. Esta representación de la lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, tiene raíces en la cosmovisión andina y amazónica, así como en las tradiciones católicas introducidas durante la
colonización. En esta dualidad, el bien y el mal no solo se ven como fuerzas opuestas sino también como partes complementarias de un todo, necesarias para el equilibrio del universo.

Así encontramos un mosaico de dualidades, donde lo sagrado y lo profano, lo tradicional y lo contemporáneo, lo humano y lo divino, se entrelazan en una danza vibrante de colores, sonidos y movimientos. Cada obra en esta exposición refleja dualidades, ofreciendo una visión multifacética de una festividad que trasciende en medio de la selva peruana, donde las diferencias y contrastes se convierten en fuente de belleza y conexión.

Alicia Medina, curadora de la exposición